Nuestros Remeros.
Como si estuvieramos frente a viejo ritual, todos los días, en algún lugar de nuestro país, un canal de agua es surcado por un bote a remos. En esa trilogía, hombre, embarcación y palas parecen hermanarse. Fundidos en una sola pieza, movidos por un mismo objetivo, unen sus fuerzas en pos de una una sola ilusión, cruzar primeros esa meta.
El agua, esa vieja aliada, parece siempre esperarlos. El bote se desliza sobre ella como queriendo cortarla en finas estelas. Mientras, los remos impulsan la embarcación, empujados por los brazos del remero que parece no saber de frío, ni de calor.
Es que el remero no conoce de inclemencias del tiempo. Heredero de años de tradición sabe que su destino se forja en el agua. Siempre ha sido así, y él respeta esa tradición.
Este deporte nació y vivirá por siempre dentro de los que lo practicaron. Se es remero toda la vida. Siempre estará dentro tuyo ese sentimiento único que genera el contacto con el agua.
No existen ex-remeros de alma, solo deportistas alejados de sus botes. Esto es tan real como que no existe el remo sin sacrificio. No hay remada sin dolor. No hay adrenalina mayor que la de imaginarse cada remada antes de una regata. No hay situación que se iguale a la espera en los starts. No hay alegria mayor que ser el primero en cruzar la línea de llegada.
No hay remo sin remeros. Defendamos nuestro deporte, protejamos a quienes lo practican. Fomentemos su práctica.
El agua, esa vieja aliada, parece siempre esperarlos. El bote se desliza sobre ella como queriendo cortarla en finas estelas. Mientras, los remos impulsan la embarcación, empujados por los brazos del remero que parece no saber de frío, ni de calor.
Es que el remero no conoce de inclemencias del tiempo. Heredero de años de tradición sabe que su destino se forja en el agua. Siempre ha sido así, y él respeta esa tradición.
Este deporte nació y vivirá por siempre dentro de los que lo practicaron. Se es remero toda la vida. Siempre estará dentro tuyo ese sentimiento único que genera el contacto con el agua.
No existen ex-remeros de alma, solo deportistas alejados de sus botes. Esto es tan real como que no existe el remo sin sacrificio. No hay remada sin dolor. No hay adrenalina mayor que la de imaginarse cada remada antes de una regata. No hay situación que se iguale a la espera en los starts. No hay alegria mayor que ser el primero en cruzar la línea de llegada.
No hay remo sin remeros. Defendamos nuestro deporte, protejamos a quienes lo practican. Fomentemos su práctica.
This entry was posted
on miércoles, octubre 05, 2005 at miércoles, octubre 05, 2005.
You can skip to the end and leave a response.
» Publicar un comentario